lunes, agosto 29, 2011

Infierno en el Campus

Thammasat massacre by Neil Ulevich

Esta fotografía es muy famosa en páginas y foros de internet, pero su contexto es poco conocido. Lo que usualmente se cita es:

“El miembro de una facción política tailandesa golpea el cuerpo sin vida de un estudiante colgado fuera de la Universidad de Thammasat en Bangkok, 6 de octubre 1976. La policía irrumpió en la universidad después de que los estudiantes se atrincheraran exigiendo la expulsión de un dictador militar.”

Las circunstancias que la rodean, son un poco más complejas, pero muy interesantes y trataré de resumírselas.

Tailandia era conocida como el Reino de Siam, y adoptó la denominación de “país” durante la Segunda Guerra Mundial para convertirse en aliado del Japón. Tras la derrota de los japoneses y el fin de la guerra, inmediatamente se convirtió en aliado de los Estados Unidos. Ya pueden hacerse una idea de su monarquía.

Desde el inicio de la Guerra Fría y hasta los años 80, Tailandia siempre fue un país políticamente inestable a pesar de vivir bajo una monarquía constitucional. Durante este periodo el país sufrió muchos cambios de gobierno, y la mayoría vía golpes de estado.

A inicios de los 70 en Vietnam vencía el comunismo, en Camboya aparecían los Jemeres Rojos, y para ponerse a tono con las revoluciones vecinas, en 1973 en Tailandia fue derrocado el régimen militar del General Thanom Kittikachorn, un acérrimo anticomunista. La violenta intervención del régimen militar en las revueltas, que dejó más de 70 muertos, incitó al Rey Rama IX a retirarle su apoyo. Así, el 14 de octubre de ese año, Thanom Kittikachorn dimitió y abandonó el país.

General Thanom Kittikachorn, dictador de derecha derrocado en 1973

Para los estudiantes e intelectuales tailandeses empezó una época tranquila y podían expresarse con total libertad. Sin embargo, algunos nuevos movimientos de izquierda quisieron radicalizar sus propuestas; se sentían embriagados por la su victoria de sus vecinos vietnamitas y empezaron a manifestarse abiertamente organizando huelgas y pidiendo cambios en el sistema político. Lo que estos movimientos nunca se imaginaron, es que luego de tres años, los vientos de cambio no les eran favorables.

Los tailandeses veían con temor que los campos de exterminio en Camboya amenazaban con extenderse por el sudeste asiático. Con la retirada de las fuerzas de EE.UU. de Asia, los países de la región ahora se sentían temerosos y vulnerables de la carnicería comunista. (¿Quién entiende a las masas?)

Los Jemeres Rojos, que asesinaron a casi 3 millones de sus mismos compatriotas camboyanos

El mismo pueblo tailandés que tres años antes había apoyado a los estudiantes a derrocar al dictador de derecha Thanom Kittikachorn, ahora no apoyaba a los movimientos de izquierda. Estaban horrorizados de lo que se vivía en Camboya con el asesino Pol Pot y sus Jemeres Rojos. La gente también tenía miedo de convertir a su país en otro Vietnam.

El miedo hizo ahora que se desatara un fuerte sentimiento anti-comunista, especialmente cuando empezaron los brotes revolucionarios al sur del país. Se temían infiltraciones sediciosas desde los vecinos Vietnam y Camboya. En cada pueblo y aldea empezaron a agruparse amas de casa, obreros, estudiantes y profesionales para hacer frente a los grupos de izquierda, y ya eran frecuentes los enfrentamientos entre ambos bandos.

Los violentos Jemeres Rojos soñaban con una nobleza campesina. Por eso tenían la consigna de asesinar a la clase adinerada, a los intelectuales y líderes religiosos. En ese orden.

El gobierno mientras tanto, se encontraba debilitado debido a las luchas internas entre facciones y fue incapaz de prever las consecuencias, así como tampoco se preocupó de frenar a tiempo a los grupos beligerantes. En medio de este ambiente caldeado, el dictador depuesto tres años antes, regresó a Tailandia “para ordenarse como monje”. Con los amargos recuerdos todavía frescos en la memoria, los estudiantes estaban indignados y se congregaron masivamente desde el 2 de octubre en el campus de laUniversidad de Thammasat para expresar su rechazo. A los estudiantes no tardaron en unírseles "más de 40 sindicatos" que amenazaban con paralizar el país con una gran huelga general.

Esta manifestación fue vista por sus detractores y por la gente de derecha como sospechosa. Se dedujo automáticamente que células comunistas se habían enquistado y estaban operando entre los grupos estudiantiles. Y bueno, es que en aquella época, con aquellos vecinos y con la Guerra Fría en todo su esplendor, lo más fácil era ser tachado de "comunista" o "anti-comunista" sólo por oponerse o aceptar cualquier sistema.

La chispa que encendió la tragedia fue la quema, por parte de los estudiantes, de una efigie que representaba a un miembro de la familia real. Eso, ante los ojos del gobierno y de los grupos estudiantiles de derecha, ya había llegado demasiado lejos. Obviamente habían cometido un acto de "Lesa majestad". (No se porque esta última frase me recordó a mi país).

La madrugada del 6 de octubre de 1976, grupos de derecha, policía y fuerzas militares irrumpieron en el campus de Thammasat, participando en una orgía de sangre y atrocidades indistintamente contra los estudiantes y "acampados". La masacre dejó 46 muertos, cuyos cadáveres fueron golpeados, arrastrados y hasta mutilados. Muchos intelectuales y estudiantes inocentes tuvieron que huir y refugiarse hasta en las colinas.
En esta web tailandesa se pueden ver imágenes escalofriantes de lo que hicieron con esa pobre gente. Una salvajada.


Simplemente aterrador. Así lucía el campus luego de la masacre

La siguiente foto, al igual que la primera de este artículo, fueron captadas el mismo día de los sucesos por el fotógrafo Neil Ulevich, corresponsal de AP. Esta fue galardonada con el Premio Pulitzer de 1977.

Thailand Massacre by Neil Ulevich

Los familiares de los muertos y desaparecidos, hasta ahora se lamentan de la falta de interés y solidaridad de la gente con las víctimas del fatídico 6 de octubre de 1976, que no recibieron igual trato que los mártires que derrocaron a la dictadura tres años antes. El 6 de octubre es aún como una pesadilla que la sociedad tailandesa prefiere olvidar. El único monumento de los caídos de esa noche fatal, se encuentra en la misma Universidad de Thammasat.

Memorial a los caídos el 6 de octubre

Estos lamentables hechos se dieron porque la sociedad, el mismo planeta se encontraba polarizado entre dos sistemas enfrentados. Ver estas barbaridades ahora nos deberían avergonzar porque está demostrado que ninguno de los dos sistemas ha funcionado, sólo han servido para dividirnos y que las élites lucren. Una de dos: o la memoria humana es demasiado frágil, o aún no hemos aprendido ninguna lección.

Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

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viernes, agosto 26, 2011

Inventos inútiles (2da Parte)

Fajas masajeadoras, 1924
A través de la historia, los masajes han evolucionado de diversas formas en todas las culturas del mundo. Aquí en Occidente se notaron más sus beneficios en la tonificación de la piel y en la reducción de los depósitos grasos. La comercialización de este servicio y el pudor (generalmente femenino) de que manos extrañas les toquen el cuerpo, hicieron posible que a mediados de los años 20 se instalen las fajas moldeadoras en clubes, centros recreativos y gimnasios. El sistema consistía en una faja sujeta a una pared o tubo que se colocaba a nivel del abdomen, para luego mover el cuerpo a un ritmo constante. La faja cumplía la función de dos potentes brazos masajeadores. Ya para mediados del siglo XX una empresa de Iowa comercializó con éxito su famoso Eskasizer, una faja masajeadora automática que se convirtió en todo un clásico.


Aspiradora/secadora de pelo
Esta marca holandesa de aspiradoras se adelantó a la competencia en el marketing y logró fusionar la necesaria limpieza de alfombras con la belleza femenina. Fue la primera marca en ofrecer a sus felices compradoras, bolsas y boquillas perfectamente adaptables a su pequeño motor desplegable. Por cierto, no debió haber sido tan buena idea porque ninguna otra empresa la imitó.


El ejercitador de perros, 1955
Cuando tienes seis perros en casa, necesariamente tendrás que pagar a alguien para que te ayude a sacarlos a pasear y se mantengan en buena forma. Dewey Blanton de Columbus, Ohio, tenía ese problema y terminó desarrollando un "Ejercitador canino" que podía adaptarse a cualquier vehículo. Blanton construyó un marco para apoyar un tablón, que luego sería colocado horizontalmente sobre un lado del vehículo. Luego fijó unos ganchos con resortes a la viga, donde se colocarían las cadenas que irían en los collares de los perros, lo que les permitiría correr a sus anchas. Las cadenas más largas serían para los perros más obedientes y amaestrados.
El tablón sobrepasaba ampliamente los parachoques para evitar lesiones a los perros. La velocidad sugerida era de 35 kilómetros por hora, y lo mejor de todo, es que a los perros parecía encantarles el aparato.



La máquina de hacer Hoyuelos, 1936
Su nombre lo dice todo. Este aparato fue inventado y patentado por Isabel Gilbert de Rochester, NY. El dispositivo era un arco metálico que se sujetaba a la cara con dos perillas pequeñas, que eran las que presionaban las mejillas para "fabricar los hoyos".



Yodelímetro, 1925
El yodel o yódel (del alemán Jodel) es una forma de canto humana con rápidos cambios en el tono del registro vocal, y tiene un característico sonido melodioso y alti-bajo. Esta técnica vocal se puede encontrar en diferentes culturas a lo largo del mundo. El ejemplo más conocido es el canto de los tiroleses en los alpes.



Sujetador de bebé
Otro peligroso invento de los años 30, un porta bebé para llevar entre el padre y la madre, mientras se patina sobre el hielo.



Cinosfera, 1818
Este extraño triciclo nació como una de los primeras ideas urbano-ecológicas, en una época en que los ferrocarriles y primeros automóviles ya mostraban su inevitable CO2. Básicamente se trataba de un remolque con dos perros encerrados en sus dos ruedas laterales, donde debían moverse como lo hacen ahora los hamsters. Claro, parece haber sido un dispositivo bastante cruel, pero en aquel entonces fue aprobado la Sociedad Francesa para la Prevención de la Crueldad contra los Animales, que al mismo tiempo obligaba a que los conductores "exhiban algún tipo de alimentos, e incluso una cuna para las noches y ocasiones especiales."



Vela para Bicicletas, 1973
Estas velas de plástico con estructura de aluminio supuestamente podía aumentar la velocidad a al menos 20 millas por hora. No tuvo mayor acogida.



Puente plegable, 1936
Quién si no, unos holandeses, podrían inventar este artilugio para sortear los canales de sus ciudades sin mayor problema. Además, una vez plegado, podía ser fácilmente transportado a mano.


Piano de cama, 1935
Una variante del clásico piano de cola. Hace poco menos de un siglo no existían los avances médicos y ortopédicos de los que gozamos hoy en día. Por enfermedad o accidente, mucha gente se veía obligada a pasar gran parte de su vida o largas temporadas en una cama. Este invento acercaba el arte a los virtuosos y aprendices.



Revólver con cámara, 1938
No le encuentro ninguna utilidad lógica, ya que de ser usada contra alguien, esta Colt 38 con ese aditamento convertía a su dueño en implicado o asesino confeso. Una pequeña cámara se encargaba de tomar una foto justo en el momento de apretar el gatillo.



Alarma para mantener despierto al conductor, 1936
Dormirse al volante siempre ha sido una causa común de accidentes automovilísticos. Para evitar estos accidentes, un inventor ideó esta alarma que sonaba bastante fuerte cuando la barbilla caía, cuando el conductor cabeceaba del sueño. Era simplemente un pequeño timbre metálico pequeño que se colgaba en el cuello de la camisa. Al ser presionada su parte superior con la barbilla, el timbre se activaba.



Cenicero de bolsillo, 1950
¿Qué hace un fumador con las cenizas de su cigarrillo cuando no hay un cenicero cerca? Pues esta sencilla idea se le ocurrió a un no fumador, al Dr. John H. Findlay, ingeniero de Westinghouse, a quien a menudo le tocaba buscar un lugar para las cenizas de sus colegas fumadores. Pensó en un pequeño cenicero para portarlo en el bolsillo del chaleco, cuando los trajes eran de tres piezas. Era portátil y se lo fijaba al bolsillo antes de fumar mediante un clip que llevaba incorporado.



Cenicero adaptado al cigarrillo, 1950
Este cenicero era para colocarlo directamente en los cigarrillos. De acero inoxidable, se pasaba el cigarrillo a través del tubo, se lo encendía y luego se tiraba hacia atrás hasta que el cigarrillo quedaba dentro del cilíndro. Cuando se cerraba la tapa, toda la ceniza era capturada adentro. A medida que el cigarrillo se consumía, el cilíndro debía ser movido. También podía ser colocado en posición vertical sobre la tapa, sin el peligro de estropear superficies.



Nuevos paracaídas de guerra, 1935
Previendo que con el tiempo las tropas de paracaidistas deberían lanzarse desde aviones ultra veloces en las guerras del futuro, los investigadores soviéticos hicieron pruebas para un nuevo sistema de aterrizaje utilizando perros del ejército. Se trataba de una cápsula cilíndrica donde iba el perro, con un paracaídas que se abría automáticamente al ser lanzado desde un avión. La "cáscara" de la cápsula se mantenía cerrada y trabada durante el descenso, y se abría automáticamente cuando el dispositivo golpeaba el suelo. Las fotografías muestran el dispositivo en acción durante las exitosas pruebas.



Paraguas con parabrisas, 1936
El paraguas con parabrisas incorporado se patentó con el afán de proteger al usuario de los torrenciales aguaceros que "opacaban la visión". Hecho de plástico transparente, el parabrisas se plegaba dentro del paraguas cuando no estaba en uso y se desplegaba automáticamente cuando se lo abría. Las varillas de metal y bisagras del paraguas, mantenían al parabrisas en una posición rígida cuando se lo abría. El dispositivo fue inventado por una mujer de Brooklyn, NY, que había sido golpeada por un auto que no pudo ver durante una tormenta.



Pala para peatones, 1924
Con el objetivo de reducir el número de víctimas entre los peatones, este original invento (una pala en forma de canastilla) se adaptaba en la parte delantera de los vehículos. Igual, sigo creyendo que la bocina era más eficaz.

P.D. La primera parte de estos inventos inútiles, pueden verla aquí.

Fuentes y referencias:
1, 2, 3

domingo, agosto 21, 2011

Experimentos en decapitaciones, los grandes mitos franceses

La mañana del 18 de febrero de 1848, dos hombres y una mujer asistían una ejecución pública en la plaza de la Puerta del Hal, en Bruselas. El trío llevaría a cabo un innovador estudio científico, previamente acordado con las autoridades del penal. Se les permitiría subir a la tarima y estar junto a la guillotina, justo en el lugar donde caerían las cabezas cercenadas de dos criminales condenados a muerte. Uno de los hombres era Antoine Wiertz, un reconocido pintor y retratista de la época, el otro era su amigo, el "Monsieur D", un famoso hipnotista, y junto a ellos también estaba una testigo que tomaría nota de lo que ocurriese. El propósito de Wiertz aquella mañana, era llevar a cabo un experimento único y extraordinario: demostrar que las cabezas decapitadas "seguían con vida y pensaban".

Antoine Wiertz

El plan de Wiertz era penetrar mediante hipnosis en los pensamientos del asesino, identificarse con el condenado y asumir su total identidad para tratar de describir en voz alta lo que se sentía. Antes de hipnotizarlo, el experto le sugirió que tome nota especial de las condiciones ambientales durante la decapitación, para que cuando la cabeza caiga en la canasta, él pudiera estar compenetrado con el cerebro del criminal. Y, por increíble que parezca, el plan pareció funcionar desde el inicio, porque tan pronto llegó la carreta que traía a los condenados a muerte, Wiertz entró en pánico. No fue hasta que los asesinos subieron al patíbulo, que Wiertz se recuperó lo suficiente como para "pedir al hipnotizador que lo ponga en trance profundo."

A medida que se acercaba el momento fatal, era evidente que el pintor estaba compenetrado con el ambiente, y se lo veía estresado, muy identificado con la extrema situación de su personaje. Wiertz entró en trance casi de inmediato, manifestando un nivel de angustia tan extremo, que algnos testigos que sabían del experimento pidieron deshipnotizarlo porque su sentimiento de opresión era insoportable. Sin embargo era demasiado tarde, ya la cuchilla había caído...


Puerta del Hal en la actualidad

La Puerta del Hal de Bruselas, fue una vez que parte de la muralla de la ciudad, luego se convirtió en una prisión, y en su plaza se llevaban a cabo las ejecuciones. Era aquí donde el pintor Antoine Wiertz llevaría a cabo su inusual experimento en 1848. Vamos a volver con Wiertz y su experimento luego de un momento, pero primero quiero mostrarles los curiosos antecedentes de la popularmente macabra guillotina.


El aparato en sí toma su nombre, no de su inventor, sino de un médico que llegó a ser uno de los Diez Diputados de París que tuvo la Asamblea Constituyente en plena Revolución Francesa. Este médico era Joseph Ignace Guillotin quien presentó una Reforma Médica a todo nivel, pero el 10 de octubre de 1789, durante un debate sobre la pena de muerte, él fue quien propuso: "el criminal será decapitado y esto se llevará a cabo mediante un mecanismo simple". El mecanismo simple fue definido como "una máquina que decapite sin dolor". Su propuesta apareció al día siguiente en todos los periódicos.

Hasta esa época, la decapitación en Francia se llevaba a cabo normalmente mediante un hacha o una espada, y la muerte no siempre era inmediata. Además, la decapitación estaba reservada sólo para la nobleza, mientras que a los plebeyos por lo general se los ahorcaba, y de acuerdo al delito, hasta se los condenaba a la temible rueda.

La famosa "rueda"

El Dr. Guillotin, en su "lógica revolucionaria" razonaba que, para que haya justicia en el sistema, debía establecerse la decapitación por medios mecánicos como único método para la pena capital, y que "sólo así el pueblo se sentiría más agradecido por sus derechos".


En 1791 la Asamblea Nacional adoptó a la guillotina como único método de ejecución en Francia, más que nada por la crencia de que era un método más humano y que evitaba el sufrimiento. Sin embargo, todas esas creencias quedaron en duda cuando Samuel von Sömmerring, el más reconocido anatomista alemán de la época, dijo en 1794 que “la decapitación sólo se encontraba en países que se distinguían por la estupidez y la brutalidad de sus leyes”. También decía que la cabeza separada del cuerpo, mantenía durante algunos segundos -nunca dijo cuántos- la sensibilidad y pensamiento.

El tema también fue considerado en un folleto francés de 1796, Anecdotes sur les Décapités, y también por el inglés John Wilson Croker en su Historia de la guillotina (1853). Los médicos, en su mayor parte, insistían en que el choque de la cuchilla debía causar inconsciencia inmediata y que la pérdida del suministro de sangre al cerebro producía la muerte pocos segundos más tarde. De hecho, una máxima de los cardiólogos dice que cuando un corazón se detiene, el cerebro puede conservar la conciencia por no más de cuatro segundos si la persona está de pie, ocho si está sentado, y 12 si está acostado. Esto implica que cualquier movimiento que pueda detectarse en los ojos o en los labios "no son más que espasmos involuntarios, y que la cabeza cortada no siente nada".

Era ya una obsesión francesa. Óleo de 1818 por André Géricault: "Cabezas cortadas"

Sin embargo, en los años subsiguientes se realizaron algunos experimentos y se obtuvieron pequeñas -aunque francamente dudosas- evidencias que sugerían que -en algunos casos al menos- la cabeza cortada se mantenía durante un pequeño lapso de tiempo, consciente y al tanto de lo que le estaba sucediendo.
Y, si bien la intención del Dr. Guillotin fue proporcionar una alternativa más humana a los procesos lentos y dolorosos de ejecuciones por medio de una soga o con un hacha, la situación es que la guillotina se convirtió en víctima de su propio éxito. El proceso era tan rápido y limpio, que a la gente le era difícil creer que la vida podía ser arrebatada tan rápidamente. Es que se habían acostumbrado a ver largas luchas de hombres colgados en la horca.

En el siglo XIX, empezaron a correr con fuerza estos rumores -sin fundamentos-, de que las cabezas mantenían la conciencia, y aún hoy en día, no es difícil encontrar versiones de las mismas historias en sitios de baja reputación de Internet. Por ejemplo, abundan dos leyendas de las víctimas más notables de la guillotina:
- Se dice que Antoine Lavoisier, el padre de la química moderna, quien fue decapitado durante la Revolución Francesa, poco antes se habría puesto de acuerdo con un asistente al que iba a parpadear tantas veces como pudiera después de su ejecución en 1794. Luego el asistente habría dicho que contó 15 o 20 parpadeos, a razón de uno por segundo.
- También se especula que cuando el verdugo levantó la cabeza guillotinada de Charlotte Corday (quien fuera condenada por haber apuñalado al político Jean-Paul Marat en su bañera), y le dio una bofetada en la mejilla, la cabeza, "se dice" - en presencia de un tal Dr. Sue -, se sonrojó y mostró "inequívocos gestos de indignación". Lastimosamente, ninguna de estas historias se basa en fuentes sólidas de la época.

Representación gráfica de la ejecución de Charlotte Corday

A pesar de que siempre se mostró interés sobre el tema, sigue siendo igual de difícil encontrar fuentes confiables para varios casos del siglo XIX e inicios del siglo XX, casos en los que se comenta que algunos médicos hicieron experimentos espantosamente sugerentes para dar respuesta a este misterio. Los detalles de varios experimentos de este tipo, se los puede encontrar en literatura secundaria, por ejemplo en el popular libro estadounidense de contracultura An Underground Education, donde se mencionan las pruebas que supuestamente hicieron con la cabeza de "un violador necrófilo llamado Prunier", o la historia de un médico sin nombre que tomó una cabeza recién decapitada y le bombeó la sangre de un perro que mantenía en vivisección.
La mayoría de historiadores y estudiosos de la Revolución Francesa sugieren que estas historias sólo muestran de lo que es capaz "la imaginación y el morbo popular". Sin embargo, algunas investigaciones han revelado que efectivamente, entre 1879 y 1905 si se llevaron a cabo en Francia al menos tres experimentos con cabezas cortadas, aunque ninguno arrojó los resultados esperados.

• El 13 de noviembre de 1879, los doctores E. y Descaisne G. (padre e hijo), fueron testigos de la ejecución de Théotime Prunier, acusado de la violación y asesinato de una anciana en Beauvais. Un informe publicado en la revista British Medical Journal , con fecha 13 de diciembre 1879, señala que a los médicos se les dio acceso inmediato a la cabeza del asesino para "ciertos experimentos", y concluyeron: "Hemos comprobado, en la medida de lo que es humanamente posible hacerlo, que la cabeza del criminal en cuestión parecía carecer del sentido del tacto, que sus ojos denotaban no tener visión, y de hecho, la cabeza se encontraba totalmente inerte a cualquier estímulo".
La Gaceta Médicale de París, también publicó un artículo completo sobre algunas de las pruebas a las que los médicos sometieron a la cabeza: "Desde gritarle su nombre al oído, apretarle las mejillas, introducirle un pincel empapado con amoníaco en la nariz, pincharle la cara con agujas y hasta acercarle una vela encendida al globo ocular."
Como todos los testimonios y registros sensatos que han quedado, concuerdan y hacen hincapié en que estos experimentos se realizaron apenas momentos después de la decapitación, la falta total de respuesta debería ser considerada como una prueba irrefutable de que la decapitación causaba inconsciencia y una muerte instantánea. Pero, bastó con que el British Medical Journal reportara que los médicos se hicieron cargo de la cabeza “cinco minutos después de la ejecución”, para que los defensores de la idea de que una cabeza se mantiene viva durante un breve lapso -entre15 y 20''- se aferraran más a su teoría.

• Un año más tarde, en septiembre de 1880, un tal doctor Dassy de Lignères, lleva a cabo algunos experimentos con la cabeza de un violador llamado Louis Menesclou. Menesclou era un "hombre de inteligencia limitada, que era la culpable de su perversión sexual" - como lo sugiere el hecho de que luego de descuartizar a su víctima; algunos trozos del cadáver, fueron encontrados en sus bolsillos, según lo relata esta pubicación de Medicina Legal. En este caso se especula que el Dr. Lignères obtuvo la cabeza tres horas después de la ejecución, y que luego afirmó haber logrado conectar las venas y arterias principales al torrente sanguíneo de un perro vivo. Veintisiete años más tarde, cuando el médico fue entrevistado por el diario francés "Le Matin" (3 de marzo de 1907), afirmó que el color le volvió a la cara casi de inmediato, y que sus labios se hincharon. Lo realmente increíble –por absurdo-, era el relato de Lignères de que "cuando realizaba la transfusión, de repente y por un período de dos segundos, los labios tartamudearon en silencio, los párpados temblaron y toda la cara despertó con una expresión de sorpresa, de asombro". Aquí es obvio que se trató de una mentira sensacionalista para aumentar las ventas del periódico.

• Por último, el 30 de junio de 1905, el Dr. Gabriel Beaurieux obtuvo el permiso para asistir a la decapitación de Henri Languille, un bandido que había aterrorizado el trayecto entre París y Orléans durante varios años. Su informe afirmaba que Languille mantuvo algún tipo de conciencia durante unos 30 segundos luego de su ejecución:
"La cabeza cayó sobre la superficie cortada del cuello y por lo tanto, no hubo necesidad de tomarla entre mis manos, ya que quedó en posición vertical. A continuación, lo que pude observar inmediatamente después de la decapitación: los párpados y labios se movieron en contracciones rítmicas e irregulares durante unos cinco o seis segundos. Este fenómeno también fue observado por quienes se encontraban a mi lado en ese momento..."
"Los espasmos cesaron. El rostro quedó relajado, los párpados cerrados a medias dejaban ver sólo la parte blanca del tejido conjuntivo, exactamente como vemos los cadáveres todos los días en el ejercicio de nuestra profesión, cuando alguien acababa de morir. Fue entonces cuando lo llamé por su nombre, con voz fuerte y aguda: ¡Languille! Vi entonces los párpados abrirse lentamente y no eran contracciones espasmódicas - insisto en este detalle -, era un movimiento natural, como cuando una persona despierta".
"Los ojos de Languille definitivamente se fijaron en los míos y sus pupilas se centraron. Sin lugar a dudas esos ojos me miraban. Después de varios segundos, los párpados se cerraron, despacio y de manera uniforme, y la cabeza tomó el mismo aspecto que tenía antes de que le llamara por su nombre. En ese momento volví a llamarlo, y una vez más, sin ningún tipo de espasmo, lentamente, levantó los párpados y sus ojos nuevamente se posaron en los míos, con una penetración tal vez mayor que la primera vez. Nuevamente se cerraron los párpados pero ahora no completamente. Intenté una tercera llamada, pero ya no obtuve respuesta y sus ojos adquirieron esa mirada vidriosa que tienen los muertos".
"Yo solo acabo de contar lo que con rigurosa exactitud pude observar. Todo esto debió haber durado unos 25 o 30 segundos". [Texto original]

Ejecución de Languille (falsa)


Ejecución de Languille (real)

En ésta pagina especializada en guillotinas y decapitaciones, se presentan al menos dos razones para dudar de esta última historia. En primer lugar, la foto superior de la ejecución de Languille que ha sido ampliamente difundida, hasta se encuentra en Wikipedia, y que muestra al condenado junto a la guillotina, sería un fake, una mala falsificación con figuras pintadas como se demostró haciendo un examen de la trasposición con la original de abajo, y en segundo lugar, en ningún periódico o medio escrito de la época se menciona la presencia del tal doctor Beaurieux. Además sus anotaciones no concuerdan con las fotografías reales tomadas aquel día, no muestran la superficie horizontal sobre la que supuestamente caería la cabeza antes de entrar al cubo. De haberse llevado a cabo el experimento, el médico habría tenido que sacar la cabeza del cubo con las manos.

Con estos tres ejemplos –reales o no- en la mente, volvamos a la Puerta del Hal en Bruselas, a esa mañana de febrero de 1848. (Por favor tomen en cuenta que el experimento de Antoine Wiertz, que voy a relatarles, es anterior a los tres de los experimentos antes mencionados).

Según el biógrafo de Wiertz, el individuo al que iban a estudiar, era un criminal llamado François Rosseel, que -con un cómplice- irrumpió en el apartamento de la dueña de la casa donde vivía. Durante el robo también había matado a martillazos a las dos sirvientas de la casa solamente para robar unos pocos francos y unas botellas de vino. Este crimen horrorizó a toda Bélgica, y Wiertz, se interesó en la abundante y seguida cobertura que le dieron los periódicos al juicio.

Representación del asesinato de Rosseel en 1847

Ya en la ejecución, la cabeza de Rosseel rodó dentro de un costal. Wiertz ya se hallaba en trance hipnótico, y confirmó al hipnotizador que ya se encontraba dentro de aquel cerebro moribundo. La descripción que sigue es textualmente lo que el propio artista escribió y que luego le serviría para inspirarse en un tríptico que pintó graficando esta experiencia. Realmente ese era el motivo para someterse a algo tan traumático.
La descripción de lo que Wiertz describe bajo hipnosis es bastante densa y larga, la mayor parte en primera persona. Aquí está el texto un poco abreviado:

Monsieur D me tomó de la mano...me llevó ante la cabeza y me preguntó:' “¿Qué sientes? ¿Qué ves?” La agitación me impidió responderle ese momento. Solo luego de llorar horrorizado, pude responder: "¡Es terrible! ¡La cabeza piensa!... era como estar dentro de una pesadilla. La cabeza de este hombre, aún cercenada, sufría. Y vi lo que ella veía, comprendí lo que pensaba y sentí lo que sufría. ¿Qué tiempo duró? Tres minutos me dijeron, pero para ese hombre ejecutado fueron como 300 años." El lenguaje humano no puede expresar lo que sufre un hombre ejecutado de esta forma. Me limitaré a repetir aquí lo que contesté a las preguntas que me hicieron durante el tiempo que me sentí identificado, dentro de la cabeza cortada.
Primer minuto: Sobre la tarima
Un zumbido horrible...es el sonido de la cuchilla cayendo. La víctima cree que ha sido alcanzada por un rayo, no por la guillotina. Sorprendentemente, la cabeza la cabeza ya cayó y sin embargo, ella todavía cree que está arriba, todavía siente que es parte del cuerpo. Todavía espera ser golpeada por la cuchilla. ¡Una asfixia terrible! No puede respirar. La asfixia es horrible. Es como un manto sobrenatural aplastando con el peso de una montaña la cabeza y el cuello...Una nube de fuego pasa ante sus ojos. Es roja y brillante.
Segundo minuto: Debajo de la tarima
Ahora el hombre ejecutado cree que se está estirando, enderezando, como queriendo acercar sus -ya inexistentes- manos hacia la cabeza. Es el mismo instinto que nos impulsa a apretar una herida abierta con la mano. Y se produce la intención, la intención terrible de tomar la cabeza y colocarla en el cuello, sobre el tronco, como para preservar un poco de sangre, un poco de vida.
El delirio se acrecienta. Empieza a imaginar y a sentir que su cabeza está en llamas y que gira vertiginosamente, que el universo colapsa con él adentro, que un líquido fosforescente se arremolina a su alrededor y se funde con su cráneo...después de un rato, la cabeza se está hundiendo en las profundidades de la eternidad.
Fue entonces cuando empecé a ver una infinidad de imágenes, cada una más terrible que otra...la cabeza guillotinada ve su ataúd, ve su tronco y extremidades colapsadas, listo para ser metido en una caja de madera donde miles de gusanos no tardarán en devorarlo. Cuando los médicos exploran el tejido de su cuello con la punta de un bisturí, cada pinchazo es una bocanada de fuego.
El cerebro está exhausto..., siente que el cerebro continúa hundiéndose, siente punzadas agudas...
Tercer minuto: En la eternidad
Todavía no está muerto. La cabeza todavía sufre y piensa. Sufre en el fuego que arde, sufre la daga que lo desmembró, el veneno que le produjo contracciones, sufre en sus extremidades, como si sintiera a través de ellas, sufren sus vísceras porque son arrancadas, sufre en su carne que es atacada y pisoteada. Sufren sus huesos que están siendo cocinados a fuego lento. Todo este sufrimiento junto, todavía no puede dar una idea de lo que este hombre ejecutado está pasando. Y justo aquí le llega un pensamiento que le aterroriza: ¿Aún estando muerto deberá sufrir de esta forma a partir de hoy? ¿Será para toda la eternidad?...No, ese sufrimiento no puede durar para siempre, Dios es misericordioso. Todo lo que pertenece a la tierra se está desvaneciendo. Se ve a lo lejos una pequeña luz que brilla como un diamante. Ahora siente una calma que lo absorbe, es como un buen sueño! Siente desvanecer su existencia humana y de a poco siente que se funde con la noche. Ahora es sólo una tenue niebla, pero incluso ésta se desvanece, se disipa y desaparece. Todo se vuelve negro...el hombre ha muerto decapitado...
[Fuente: pags 633, 634]
Es difícil interpretar o manejar una "evidencia" tan extraña como la de Wiertz. De hecho, de ser cierta, personalmente no creo se trate de una evidencia sino sólo de una experiencia. Y si esta experiencia en verdad tuvo lugar, aún sigue siendo incierto cuánto de ella y con qué prolijidad fue transcrita. Y otra cosa, el artista si llegó a pintar su extraña obra de tres partes llamada: "Last Thoughts and Visions of a Decapitated Head", pero lo hizo cinco años más tarde, por lo que tuvo tiempo de sobra para pensar en los acontecimientos de 1848. Como sabemos, con el tiempo los recuerdos se distorsionan y hasta se magnifican, lo que los convierte en poco fiables.

"Last Thoughts and Visions of a Decapitated Head" by Antoine Wiertz

Las tres partes de "Last Thoughts and Visions of a Decapitated Head" sobreviven hasta ahora, pero en un estado muy deteriorado porque fueron pintadas en un estilo experimental que no se ha conservado bien con el paso de los años. Observando el tríptico de cerca y empezando por la izquierda, se puede apreciar claramente que corresponde a la descripción que hiciera Wiertz en el patíbulo de Bruselas. En el panel del centro puede verse la cabeza cortada de Rosseel en la esquina inferior derecha, y, en la tercera parte del tríptico sólo podemos imaginar al asesino en la eternidad.

A pesar de que las impresiones de Wiertz son tan vívidas y melodramáticas, lo más probable es que todo haya sido fruto de su morbosa imaginación. Por algo fue un pintor cuya obra escandalizó siempre a sus contemporáneos, y de hecho, hoy en día el Museo Wiertz, en Bruselas, donde fuera su antiguo estudio, es prácticamente desconocido.
Realizando un breve vistazo de sus obras podemos darnos cuenta que el artista siempre tuvo una aguda obsesión con la muerte.

"El suicidio" by Antoine Wiertz

"The Premature Burial" by Antoine Wiertz

Al final de cuentas, el bizarro experimento no le rindió los frutos que Wiertz esperaba porque el tríptico no se vendió, y ahora que lo pienso, ese debió haber sido el plan original y para eso todo ese montaje místico-estrafalario. Y aunque murió pobre y con el tiempo hasta fue olvidado como pintor, hay al menos una muy curiosa ironía hacia el final de su carrera. Algunos años antes de su muerte, mientras gozaba todavía de cierto prestigio, Antoine Wiertz le escribió al gobierno belga y les propuso intercambiar 220 de sus más grandes y llamativas pinturas por "un estudio grande, cómodo y bien iluminado", que fuese financiado por el Estado. Sorprendentemente, aunque el Ministro del Interior estuvo de acuerdo con la idea, el gobierno se negó porque Wiertz quería un local lujoso en el centro de la ciudad.
A cambio le ofrecieron al pintor un local en un barrio barato, triste y alejado, el cual aceptó a regañadientes y predijo de forma irónica que "el sitio algún día se podría convertir en el centro de una población inmensa y rica".
Pudo haber sido un pintor mediocre, un magufo mal asesorado, y hasta un fanático de las pseudociencias, pero Antoine Wiertz acertó en su profecía. Hoy en día, el escasamente visitado Museo Wiertz está a no más de 20 metros del centro político de Europa, junto a las relucientes torres del Parlamento Europeo.

Museo Wiertz

El Parlamento Europeo se encuentra orgullosamente en la calle Wiertz


Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

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martes, agosto 16, 2011

Congo, el chimpancé que se codeaba con Dalí y Picasso

A mediados del siglo XX el biólogo Julian Huxley había notado que a ciertos gorilas les llamaba la atención el reflejo de sus sombras sobre la pared. De hecho, hizo anotaciones sobre uno en especial, que se quedó mirando fijamente su silueta y comenzó a delinear imaginariamente su silueta con los dedos.
Cuando Huxley trató de reproducir la experiencia bajo métodos controlados de laboratorio, les proyectó a propósito sombras con una lámpara, pero jamás volvió a captar la atención de los simios. Ya ninguno mostró interés particular en las sombras. A pesar de la decepción, Huxley propuso que el origen del arte gráfico humano pudo haber comenzado con este tipo de experiencias: Trazando las sombras proyectadas por el sol, sombras que entraban a las cuevas de nuestros antepasados.

Julian Huxley

En el siglo pasado hubo muchos investigadores y científicos que se preguntaron si el arte pictórico era algo adquirido o innato en los seres humanos y, creyeron que la mejor forma de saberlo, era dándoles crayones y papeles en blanco a gorilas en cautiverio. Algunos de estos científicos hicieron sus estudios independientemente.
Entre los investigadores interesados en el tema, se encontraba el etólogo Desmond Morris, que con sus experimentos comprobó que los gorilas tienen un cierto sentido de la composición, ya que dibujaban círculos y trazaban distintas figuras en el papel. El problema es que sólo lo hacían cuando recibían una recompensa, y pronto dejaron de tener interés en el arte. Los dibujos empeoraron de a poco y ya no mostraban la sincronía de los anteriores.

Fue en 1956 cuando el mismo Morris decidió enseñar a dibujar a un nuevo chimpancé, pero esta vez, sin gratificaciones ni estímulos. Su nombre era "Congo" y tenía dos años de edad.

Desmond Morris y Congo

Los resultados fueron muy interesantes y los recogió en su ensayo La biología del arte, donde cuenta las experiencias con el simio.
Al inicio, para dibujar o pintar, Congo utilizaba indistintamente ambas manos. Empezó agarrando la herramienta (brocha o pincel) con cuatro dedos, pero con la práctica aprendió a sujetarla entre el dedo pulgar y el índice sin que nadie se lo enseñara. Con este cambio adquirió mayor control sobre sus herramientas y se produjo un avance en la variedad caligráfica de sus dibujos.
La capacidad de concentración de Congo variaba. El científico se dio cuenta que mientras más concentraba el chimpancé, su movimiento corporal se reducía al del brazo y se inclinaba mucho sobre el papel, produciendo ligeros sonidos guturales mientras trabajaba.


Congo con el tiempo aprendió a utilizar el pulgar y el índice para tomar el pincel

Las sesiones se llevaron a cabo con el chimpancé sentado en una silla para niños con una bandeja especial, sobre la cual se colocaba el papel, controlando así la orientación del dibujo.
Cuando utilizaban pintura, el mismo investigador le mojaba los pinceles con los distintos colores y se los pasaba uno a la vez. Morris adoptó este método, porque a Congo algunas veces le daban sus pataletas y se ponía a mezclar todos los colores hasta terminar con un sola mescolanza.

El científico también utilizó las mismas pruebas que otro investigador -Paul Schiller- había empleado con otra chimpancé diez años antes. Le acercaba a Congo hojas en blanco y otras previamente marcadas con alguna forma geométrica. Al final del estudio se llegó a las siguientes conclusiones:

  1. - Congo mostraba simetría en sus composiciones y limitaba el dibujo a la superficie de la hoja y era capaz de reconocer las esquinas.
  2. - En las hojas en blanco concentraba el dibujo en el centro y tenía tendencia a pintar líneas radiales, tipo abanico, un tema que repetía con mucha frecuencia.
  3. - En hojas previamente marcadas con una sola figura, dibujaba o marcaba adentro si era grande, encima si era mediana y la ignoraba si era pequeña. Curiosamente marcaba en el lado opuesto si la figura no venía centrada.
  4. - En hojas previamente marcadas con múltiples figuras, rayaba sobre cada una de ellas suavemente y otras veces las juntaba mediante líneas.


Tendencia de Congo a pintar líneas radiales, tipo abanico, centradas

Los experimentos que se habían hecho con otros primates dieron resultados similares, pero también se notaba que había idiosincrasias individuales o, tal vez, de especie. Por ejemplo, la gorila adulta Sophia, del Zoo de Rótterdam, no marcaba esquinas ni dibujaba abanicos, sino que sus dibujos se formaban a base de garabatos zigzagueantes inconfundibles. Bien podríamos decir que tenía su propio estilo.

Garabatos de gorila Sophia

Desmond Morris cuenta también que una vez le quitó a Congo sus papeles y pinturas cuando estaba dibujando algo similar a un ventilador. Más tarde, cuando se lo devolvió, él retomó su trabajo en el mismo punto en que lo había dejado, mostrando así que tenía un objetivo y que no eran simples manchones

A la edad de cuatro años, Congo ya había realizado algunos cientos de obras y Morris mostró algunas de ellas en el programa de televisión Zoo Time que tenía por aquella época en la cadena británica ITV. Rápidamente los críticos de arte encasillaron su estilo como “lírico abstracto impresionista”. Las reacciones ante tales obras fueron desde el escepticismo hasta la admiración absoluta.
Tanta era la novedad por los cuadros de Congo, que el mismo Pablo Picasso tenía un cuadro del chimpancé colgado en una pared de su casa en París, que le fue obsequiado por Morris en los años sesenta. Joan Miró cambió dos de sus bocetos por uno de Congo (en una muy curiosa anécdota) y el polémico Salvador Dalí, declaró en una ocasión que Congo era el verdadero humano, mientras que el pintor abstracto Jackson Pollock era un animal.

Joan Miró el día que cambió dos bocetos suyos (con Morris) por un cuadro de Congo

En el año 2005, la casa de arte Bonham esperaba que tres cuadros pintados por Congo en 1957, alcanzaran a venderse en unas £800 (US$ 1,300), pero se sorprendieron al ver que durante el remate el precio alcanzó las £16,000 (US$ 26,000) después de una prolongada puja de ofertas en su local de Londres. En aquella subasta también se ofrecieron obras de Renoir y Warhol que no se vendieron.

El comprador de las obras de Congo fue Howard Hong, un californiano que luego del remate declaró que había estado dispuesto a pagar hasta el doble. Declaró también que en un momento se preocupó de que superaran su oferta, por lo que se había puesto en contacto con algunos amigos para recaudar hasta US$ 50,000 en caso de haber sido necesario.
"Muchas personas me han dicho que hubiese sido más barato comprar un chimpancé y ponerlo dentro de una habitación con un poco de papel y pintura. Pero a nivel artístico, cuando vi las pinturas me llamaron la atención. Su estilo es parecido a las primeras obras de Kandinsky. Lo único que lamento, es que Congo no aprendió a firmar sus obras".

Cuadro de Congo

Howard Rutkowski, experto en arte impresionista y moderno, dijo en una ocasión que Congo debería ser reconocido como el artista más célebre del reino animal. "No se trata de cualquier chimpancé. Estamos hablando de Congo", dijo. "Si tu eras dueño de Congo, podías codearte con amistades como Picasso y Miró. Desmond Morris intercambiaba pinturas de Congo con las de esos artistas. Quizá el cuadro de Congo que adquirió Miró, tenga más valor que el Miró que adquirió Desmond Morris".

Respecto a esto, Morris decía que Congo era raro porque era el único pintor no humano, que se ocupaba más de su arte. Mientras otros animales quizá pintaban por accidente, Congo siempre demostró que su obra nunca fue por accidente ni suerte. De hecho, si tratabas de interrumpirlo mientras pintaba, hacía una rabieta. Si tratabas de que continúe pintando sobre una obra después de que el chimpancé la dejaba o consideraba “terminada”, simplemente no lo hacía. "Yo le ofrecía pinceles, brochas, pero él sólo me miraba".

Cuadro de Congo

Puede ser que el arte de los simios no arroje luz sobre los orígenes del arte y que resulte ser tan solo una práctica lúdica, pero fijémonos en algo: a lo largo de la carrera artística de Congo, y de algún otro simio, se notaba la posible existencia de un motif. En el caso de Congo ocurrió una vez cuando dibujaba un abanico. En lugar de realizarlo de arriba hacia abajo, como era su costumbre, con gran concentración lo pintó de abajo a arriba. Puede que tuviera en mente el "motif" del abanico y estaba introduciendo una innovación. Es posible que a través de la repetición de una forma, pueda crearse una representación mental de la misma. Parece ser que Congo “sabía” lo que pintaba, que tenía un objetivo.


Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

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